Para un seguidor del rock o del metal que estribe en el nombre de este grupo y resida en un país castellano parlante, corre el riesgo de perderse en el nombre del grupo antes de la enormidad musical que conlleva un grupo como Gazpacho, combo Noruego que porta un nombre que no se muy bien porqué han elegido estos músicos totales, ignorando si realmente conocen el culinario nombre que portan, aunque por su trayectoria entiendo que sí son conscientes de cualquier forma.
Sin embargo, Gazpacho es un grupo que durante 20 años ha mostrado su sensibilidad musical a través de un trabajo coherente y muy rico, un grupo de harto sentimiento musical, un grupo que busca dibujar obras de arte a través de un pentagrama, de un anfiteatro en donde las emociones sean la comunión catarquica entre oyente y música, y sin duda, Gazpacho buscan que la experiencia de la oída de un trabajo como este «Fireworker».
Realmente estamos delante de un trabajo apabullante, eminentemente atmosférico, rotundo y total, que acapara lo mejor de unos Pink Floyd pasando por Vangelis, con toques parejos de grupos como Katatonia o Ana Thema, pasando por el Carmina Burana de Bisset… solo he de decir que el disco esta articulado en apenas 5 temas, pero solo el primero ya llega prácticamente a los 20 minutos, por lo que la opera rock, la experiencia sonora acapara un tema difícilmente describible.
El disco busca, en todo momento, a un oyente ecléctico, abierto e inquieto, y no duda en buscar una comunion-experiancia en la vida del trabajo en comunión con el oyente para dar la experiencia definitiva, cuidando en cada corte una cuidada ejecución y en una particular linea lírica que bebe, como no puede ser de otra forma en la tradición de la banda de mezclar grandes dicotomías, compromisos éticos y filosóficos, ademas de estimular inclinaciones literarias y agitar inquietudes personales. Según ellos mismos definen el álbum «Los temas y técnicas que han decorado colecciones anteriores, combinando el aislamiento fatalista de Night y Missa Atropos; el desafortunado drama narrativo de Tick Tock y Soyuz; y las fuertes contemplaciones teológicas / científicas de Demon y Molok. Más allá de eso, su premisa central (que la humanidad siempre ha estado controlada por una criatura infalible y omnisciente determinada a propagarse a cualquier precio) significa que Fireworker se presenta como el paraguas general bajo el cual ocurren todos sus predecesores». Un rico trabajo en las series líricas que, por desgracia, para los legos en el idioma de Shakespeare, se pierde irremediablemente, dejando cojo un trabajo de esta índole, una pena sin duda.
El teclista Thomas Andersen aclara sobre el trabajo: “Hay una parte instintiva de ti que vive dentro de tu mente, separada de tu conciencia. Lo llamo el ‘Fireworker’ o el ‘Lizard’ o el ‘Space Cowboy’. Es una fuerza vital eterna e inquebrantable que ha sobrevivido a cada generación, con una nueva versión en cada uno de nosotros. Ha evolucionado junto con nuestra conciencia y puede anularnos y controlar todas nuestras acciones «. Para conseguir que hagamos lo que quiere, aclara, el “Fireworker” silenciará las partes de nuestra mente que sienten repugnancia o remordimiento para que no podamos detenerlo. La parte consciente de nuestra mente, señala Andersen, en realidad «racionalizará y legitimará» esos pensamientos y acciones para que nunca descubramos a la bestia detrás de escena. No importa cómo nos sintamos acerca de nosotros mismos en términos de identidad, logros y valor, todos somos simplemente recipientes, o «Sapiens», que la criatura usa hasta que ya no nos necesita. «Si sigues el juego», explica Andersen, «te recompensará como a un cachorro y te hará sentir fantástico; si no lo hace, lo castigará severamente «.
«Como Night, Fireworker es un único «viaje» dividido en cinco capítulos, pero destinado a ser apreciado de una vez. Esta vez, sin embargo, el protagonista recurrente de Gazpacho está investigando la colmena laberíntica de su propia psique para participar en una confrontación al estilo de Bergman con el «Fireworker«. Este viaje está incluso representado por la portada de Wimmelbilder, que, como es habitual, fue diseñada por el colaborador Antonio Seijas y retrata “los miles de millones de neuronas que crean la cueva de la mente”.
Fireworker declara su dominio hipnótico de inmediato a través de «Space Cowboy», una suite de lado largo cuyo lirismo ominoso («El parásito / Que vive en mí / Asesina palabras / Desde donde me detengo / Y respira / Nos muerde la cola / El ciclo comienza ”) es solo una de las muchas razones por las que se encuentra entre las mejores composiciones de Gazpacho. Desde su primer movimiento desgarradoramente delicado y su caótica pieza central, hasta su penúltima fase tristemente sinfónica y su estruendoso outro, es una obra maestra en sí misma, cimentando lo vivaz, evocador e imaginativo que sigue siendo Gazpacho después de todos estos años.
«A partir de ahí, la secuencia sigue siendo seductoramente excéntrica y hermosa. En particular, «Hourglass» es una hermosa balada de piano que evoca March of Ghosts en su fusión de melodías de bienvenida y suaves florituras orquestales. Eso da paso a las capas combativas y los ganchos pegadizos del primer sencillo y tema principal de la banda, «Fireworker». Oportunamente, «Antique» toma el relevo con un misterio angelical y el álbum más cercano «Sapien», se hace eco del rango dinámico y el alcance épico de «Space Cowboy», lo que resulta en un final impresionante que te envuelve en arreglos deliciosos y realizaciones existenciales conmovedoras«.
Es muy complicado poner negro sobre blanco esta enormidad de trabajo: solo decir que hay multitud de referencias musicales, todas convergentes en un rock sinfónico/ progresivo, aunque la etiqueta realmente se queda corta ante los compases épicos al mejor Carmina Burana de «Space Cowboy» una opus total de casi 20 minutos que es toda una experiencia de música inmersiva pero rotunda, atmosférica y progresiva, sinfónica y espectral. Tambien contamos con la mas escorada a segmentos atmosféricos tipo Ana Thema-Pink Floyd de «Fireworker» un tema mas comedido en su longitud pero igualmente hipnótico. hay una belleza racial preclara en la intensa e intima «Antique»: una belleza étnica, tribal, rota y racial que incide en los sentimientos del oyente para complementar esas vibraciones que salen al tocar las cuerdas internas del mismo oyente.
Hourglass una referencia directa a como hacer una copa de cristal de bohemia en compases, férreamente bella, con unos pocos compases y arreglos orquestales, el grupo pinta la belleza sin tocar el lienzo. Un corte que tiene mucho del Carmina Burana por su inmensidad y belleza gracias y un poco oriental. Tenemos también cortes progresivos totales y atmosféricos, temas que arropan al oyente en una sensación épica y empírica: una índole que no puede dar de si con una sola oída, si no que da para todo un estudio en «Sapien». Aquí el grupo se hace grande, da los trazos de la historia y evoca un mundo donde cabe la sensibilidad mas a flor de piel, con un sonido onírico que no duda de captar retazos de visceralidad y entorno eléctrico acusado: de nuevo un corte que trasciende la música y busca la experiencia más que la escucha pasiva.
Este trabajo es uno de esos trabajos que resultan en una experiencia vital su escucha, evocadora y en ocasiones doliente, uno de esos trabajos enormes e inmensos, difíciles pero llenos y completos de musicalidad trascendente que hacen que el tiempo se pare y pida al oyente un compromiso en la escucha para conseguir que el alma musical se haga con tu mente y cuando acabes la escucha seas otra persona distinta.
Josean Zombie.
9/10