LACRIMOSA – SALA MARCO ALDANI (MADRID 19/1/2013)
COMPARTIMOS CRONICA CON LOS COMPAÑEROS DE METALZONE DEL CONCIERTO OFRECIDO POR LACRIMOSA EN LA SALA MARCO ALDANI DE MADRID.
Durante la poco más de una hora de retraso que tanto los miembros de la banda como el respetable sufrimos, explicado en esta misma web en el comunicado de la organización, pude saborear el especial encanto que tiene la Sala Arena de Madrid, donde tanto la sala como el escenario tienen el tamaño perfecto para disfrutar tanto de un sonido claro y perfecto y de una vista ideal del escenario y lo que en él ocurre pongas donde te pongas. El escenario sólo tenía los instrumentos y dos banderas atadas en la batería como alegoría tanto de la portada como del título de su último trabajo.
Y llegó el momento, las luces bajaron, comenzó la música con el tema «Lacrimosa Theme» en una vibrante intro, y empezó el espectáculo. Aparecieron los componentes de la banda excepto Tilo Wolff, que fué el último en entrar bajando una escalerilla en un lateral del escenario, como bajando del carromato de su compañía, dando comienzo el espectáculo oscuro, rítmico y repleto de todo tipo de intensas emociones a los que nos tienen tan acostumbrados Lacrimosa. Me quedé especialmente sorprendido al ver en vivo y a pocos metros de mí a Tilo Wolff y Anne Nurmi, igual de jóvenes que hace veinte años y con la piel blanca, como esculpidos en mármol, donde el tiempo no tiene ningún poder sobre ellos; como una pareja de vampiros juglares.
Al finalizar el primer tema Tilo en un perfecto inglés expresó el placer que siente de estar de nuevo en la histórica villa de Madrid y pidió disculpas dando una primera y breve explicación de su retraso.
En el tema «If the World Stood Still a Day» del álbum «Revolution», al final cabe destacar la apasionada voz de Anne recitando lo que se me antojó un sortilegio, donde caímos sin remedio todos los presentes; en el concierto Anne cantó dos canciones, la clásica «Lichtgestalt» y «Not Every Pain Hurts», su voz no es lo que se dice espectacular pero los cambios de registro y la representación artística de su lenguaje corporal son capaces de atraparte en los ritmos comunes de éstas dos canciones donde uno parece estar entre las descoloridas, rasgadas y laberínticas lonas de las tiendas de un circo oscuro y demoníaco sobre un césped marchito.
La característica e inconfundible voz de Tilo se atrevió con todo, desde la oscuridad de «Schakal» hasta la enérgica y fresca «Revolution». En cada canción, al igual que Anne, no sólo interpretaba con la voz, también lo hacía con su cuerpo y se veía perfectamente que lo hacía hasta con el último átomo de su ser. Con las piernas, brazos y manos se movía al ritmo de cada nota musical de todos y cada uno de los instrumentos donde se podía percibir sin ningún problema el profundo conocimiento de todos y cada uno de los temas compuestos por él mismo, además del carácter perfeccionista de Tilo; y estas características nos hicieron a todos deleitarnos con un sonido perfecto, unos ritmos variados y genialmente unidos entre sí donde ninguno desentonaba del resto, nos hizo sentir la oscuridad del infierno con «Alleine Zu Zweit» y la rabia y energía de «Revolution», animándonos a ser los protagonistas de nuestro tiempo y superar los tiempos tan crueles por los que estamos pasando todos; y como un ideal ejemplo de variedad de ritmos donde Tilo es capaz de hacer un emocionante y gradual crescendo, de un fantástico «piano» a un «allegretto» en el alucinante tema «Stolzes Herz»; además de sorprendernos cantando a capela el inicio de su clásico y esperado «Der Morgen Danach». En el concierto no faltaron sus temas más clásicos, donde quien esto escribe dudaba si los interpretarían dado el vasto y numeroso trabajo de la banda.
Con alguien con la experiencia, profesionalidad y buen hacer de Tilo cabe esperar que se rodee de grandes músicos, donde Manne Uhlig destacó con la batería marcando unos ritmos en su debido «tempo» siguiendo las instrucciones mudas pero claras del cuerpo de Tilo como un metrónomo. Las potentes guitarras de Jay P Genkel y Henrik Flyman estuvieron siempre presentes, pero se hicieron notar especialmente en los solos y ritmos de «Alles Lüge» y «Copycat»; en esta última Anne sólo se dejó llevar por el ritmo y bailó alrededor de Tilo y el resto de músicos con unos movimientos hipnotizadores. Otro incombustible de la banda, Yenz Leonhardt, enarbolando el bajo como si fuera una extensión de sí mismo nos deleitó con los variados y difíciles de resistir ritmos de Lacrimosa derrochando profesionalidad y experiencia.
Al igual que la luz no puede convivir sin la oscuridad, que la esencia del caos dicta cada movimiento del universo, también se dieron errores, a veces los instrumentos se acoplaban con los amplificadores dando lugar al característico y molesto pitido; o cambios de volumen en micros y coros con las voces. Pero estas imperfecciones en un carácter perfeccionista como es el de Tilo se pueden excusar debido al tiempo donde no dejó realizar ningún tipo de prueba de sonido, donde los técnicos hicieron un gran trabajo colocando los instrumentos listos sin realizar pruebas. Y hablando de tiempo, los organizadores de la sala Marco Aldani de Madrid suelen ser muy estrictos con el tiempo, partícipe del gran diseño de la dimensión donde nos encontramos; y precisamente por eso cabe destacar y agradecer a los organizadores del local que Lacrimosa pudiera arrastrarnos veinte minutos más con sus melodías, sonidos y buena ópera gótica, lo cual los presentes agradecimos. Lo que no es tan excusable es la pantalla gigante del fondo del escenario, donde a veces aparecía la portada del disco de la canción que estaban interpretando, eso estuvo muy bien, la calidad de las imágenes era muy buena, pero a veces, aparecía casi a oscuras una cacofonía de imágenes caóticas y absurdas como salidas de algún programa malo de reproducción multimedia.
En definitiva, un buen concierto, donde las circunstancias sufridas por la banda en su periplo hasta Madrid les obligó a realizar un auténtico ejercicio de improvisación donde se vio la experiencia y profesionalidad de la formación, entregada en todo momento con el público, y los presentes nos entregamos sin ambages e incondiconalmente a Lacrimosa, como llevamos haciendo más de veinte años. Aún con la experiencia fresca ya se echa de menos otro gran espectáculo de estos grandes trovadores.
Crónica: Juan Carlos Martínez
Fotografías: José Rojo