Lo primero que llamará la atención del disco, sin haberle dado al play, es la portada realizada por Antonio Bernardini (guitarra), con bolígrafo y de una factura impresionante. «Todo el mundo tiene al oso polar como un animal muy mono pero en realidad es de los más furiosos del planeta. Fue precisamente el oso el que nos dio la idea del deshielo, de salir del letargo a comérselo todo. Lleva seis meses sin comer así que imagínate el hambre», nos comenta Bernardini introduciéndonos en el concepto del álbum. «Habla de SÔBER, de ese periodo de dos años de no sacar nada nuevo y de cómo nos enfrentamos de nuevo a ello, los miedos que tenemos» redondea Carlos Escobedo (bajista y cantante). «Un grupo cuando está componiendo está un poco aletargado en su disco, pero nosotros en donde nos sentimos cómodos es en directo, con lo cual somos un poco ese oso».
Pero no se queda ahí la reflexión. «Letargo» va más allá. Es un toque de atención. «Se refiere a la sociedad en la que estamos viviendo. No es tan personal como puede parecer a priori. La canción de -Letargo- sí que tiene que ver con el grupo, con lo que estaba viviendo en ese momento, pero el concepto del disco tiene más que ver con lo que estábamos viviendo la sociedad, que parece que está muy aletargada, esperando a que pase algo en vez de buscar las fuerzas para hacerlo. Buscábamos ese concepto de algo que está invernando. No es llegar a estar muerto, pero sí que necesitas que se vaya el hielo para que salga el sol y que salga el oso que llevas dentro. Esa es la metáfora que queríamos buscar», comenta Carlos.
Esa metáfora engloba los doce temas del álbum, aunque de manera muy sutil. Siendo su obra más metalera hasta la fecha, no han dudado en hacer un disco oscilante, ameno, en el que los riffs cortantes y pesados («Encadenado», «Mañana», «Fugaz» o «Morfina») no friccionan con otros más lentos e intensos («Unax», «Capricho» u «Otoño»), creando una unidad compacta muy dinámica. Para lograr eso, tuvieron que sacrificar algunas creaciones que no encontraron su espacio vital en «Letargo». «Descartamos 12 ó 13 temas» nos confiesa Carlos. «Queríamos hacer un disco más conceptual, en lo que todo estuviese ligado. No era cuestión de componer sin más para luego elegir sólo las buenas y hacer un orden. Aquí hay mucho más trabajo y por eso los temas están vinculados, unidos, para transportar al oyente a lo que nosotros queremos contar en él, pero que tenga canciones muy dispares. Que sea -conceptual- no quiere decir que todas las canciones suenen iguales, sino todo lo contrario. Hay muchas tonalidades y muchos cambios en el disco».
Lo que no hay que confundir, tratándose de SÔBER, es el letargo con la relajación, pues da la sensación de que siempre están maquinando algún plus que darle al público. «Nosotros no nos relajamos. Hacerlo sería un error porque no estamos aquí para eso» comenta Carlos. «Es más, creo que musicalmente nos hemos superado en -Letargo-, porque hemos dado más de nosotros para intentar hacerlo todavía mejor. Siento que es el mejor disco que hayamos hecho. En el momento en el que no sintamos eso con cada lanzamiento seremos otro concepto de banda y no hicimos SÔBER para eso».
De hecho, eso ya lo dejaron claro cuando en 2004 decidieron hacer un parón. «Cuando descansamos fue por ser consecuentes con eso. Cualquiera hubiese pensado que fuimos gilipollas porque estábamos haciendo dinero por un tubo, cuando en realidad lo que fuimos fue ser sinceros con nosotros mismos. Nosotros arrancamos una banda por ilusión, no para vender motos. Necesitábamos descansar y ¿cómo volvimos? Pues dando zapatilla con un disco como -Superbia- que enganchó, además, a público totalmente nuevo».