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Centinela «El lamento del diablo»

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He de decir que conozco a Centinela solo por ser uno de los grupos mas infravalorados de este país, un grupo honesto de trayectoria intachable que por su bagaje y compromiso debería estar probablemente, mucho mas alto de lo que están, aunque no tengo claro que eso les importe mucho, pues, como ya he dicho, Centinela es un grupo comprometido con su música y con un público fidelizado a golpe de disco, a golpe de directo, donde el grupo realmente se ve como debe ser.
Y aquí debo ser totalmente sincero: en las, y recalco «las» escuchas que le he dado a este disco he de confesar que no me había transmitido prácticamente nada.
Mi primera conclusión fue: bien realizado, estructuras fuertes y buenas armonías, dentro de un sonido netamente heavy, sin concesiones, sin embargo me deja frío.
Esto es, que pensé para mi, que algo no cuadraba, y decidí darles una oportunidad en directo, en la We Rock, ya que el disco apenas nos había llegado una semana antes.
Allí pude ver a un grupo honesto que no tuvo problema en dar un tour de forcé de heavy metal, y donde pude apreciar la versatilidad de la voz de Cano, vi que las armonías y los riffs que frenan poco a poco me empezaban a calar, y empece a asumir su sonido dejando que me empapase, y como a veces me pasa, comencé a apreciar este trabajo en la cuarta o quinta escucha.
El sonido es crudo, sin artificios, y puede ser que por esa pureza de metal el disco no me entrase bien, pero ahora os digo que tenemos un gran álbum, duro y sin concesiones, donde el metal reina sin artificios y busca que te rompas el cuello con los temas.
Desde la primera entrada la escalofriante «El lamento del diablo» nos abre las puertas a un universo narrativo oscuro, sobre el cual Cano vuela con su voz como si tal cosa, y aquí recito a otra bestia, el señor Leo Jimenez, cuando le cita como una de las mejores voces de este país, cosa que ratifico. No hay nada como ponerse la brutal «Tres diablos» dura, netamente heavy, entrando con un bajo altivo, unos ritmos de batería aquiescentes, para subirse a posteriori al carro del galope en los estribillos que ejecuta cortantes Fernan.  Si a eso le añadimos unas campanas en el cülmen central del tema, tenemos un epitome metálico, frenético y denso, brutal en todo su perímetro sin perder de vista ese toque armónico que te hace realizar headbanging en la primera escucha.

Para bajar un poco  el frenesí rotundo tenemos la mas accesible, pero igualmente ejecutada al trote de los trastes «Lo mejor de mí» que tiene un deje magnético, una de esas canciones que ejemplifica como las estructuras que son ambiguas entre lineas armónicas mas accesibles cuando se conjugan con partes mas duras, si se sabe hacer tiendan temas espectaculares como este en concreto.
Otra canción que destaca es «Me verás» un brutal tema en el que la crudeza de la guitarra, asumiendo las rítmicas marcadas de Michel, se orbitan en una cruda simbiosis entre el sonido crudo de las guitarras y el trabajo labrado de Cano. En esa linea tenemos también «La última canción»: aquí los ritmos cabalgantes, los tiempos marcados y ese tono bronco y seco ( salvo en el riff central que le da un prisma menos cortante) del tema hace destacar la fuerza de las líricas. Este es un tema que he tenido que escuchar varias veces hasta que he podido afrontarlo. En modo concatenado tenemos la interesante y muy «Angeles del infierno» el tema «Valor», igual de recia que la anterior pero con un estribillo marcado por los tiempos y el fuerte impulso de las rítmicas dando un juego melódico, muy interesante. También en «Mi ruta secreta» tenemos un tema crudo que sabe conjugar y presentar la fuerza de Centinela, con un estribillo que se hace contigo.
«Arde el tiempo» vuelve a marcar la fuerza del metal, alma fundamental de este grupo. Aquí Cano se luce especialmente en unas octavas imposibles para los mortales.
Otro tema que en una primera escucha no le saqué el tono fue «La luz de este lugar». En esto entono el mea culpa, y quizás la saturación de música, hace que en algunos momentos se te pase la rasgada intensidad y el sentimiento que esta orquestada canción te ofrece. Pero os digo que oírla a capella en directo, sin artificios, y con la convicción de que con el chorro de voz de Cano imprime en cada estrofa, te pone la piel de gallina y te impacta. Con esta visión, y en una segunda escucha, sabes apreciar la inmensidad de esta canción.
La producción de este disco se ha guardado muy mucho de preservar el sonido crudo del grupo, pero sabiendo tener un equilibrio entre las contadas aportaciones de coros o arreglos que tiene el disco, y lo cierto es que saca un buen sonido de este trabajo.Tampoco es de extrañar este hecho, cuando detrás de todo esto tenemos a José Cano en la producción del mismo en los estudios Volcano de Albacete, y Masterizado por Alberto Sales en los Estudios Rockettes de Castellón.
 Como ya he dicho en el principio, este es un disco honesto, duro, pero con cuidado de las armonías netamente heavys que a mi en principio no me enganchó, pero ahora os puedo recomendar por su buen hacer y su compromiso con el buen heavy metal.

Josean Zombie.

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